Padres · 16 de Ago 2017
A sus 10 años, la ajedrecista Fiorella Contreras tiene sueños de gigante. Descubre más de historia.
Canal IPe
A los siete años se convirtió en la campeona mundial de ajedrez más joven del Perú y ahora, a sus diez, acaba de conquistar el torneo panamericano en Costa Rica. Para Fiorella Contreras, el ajedrez es un estilo de vida, una pasión a la que está decidida dar lo mejor.
Ella practica el ajedrez desde los 4 años y medio cuando sus padres la matricularon en un taller de tres meses durante las vacaciones. Una profesora le había dicho que era muy inteligente y que el ajedrez podría ayudarla aún más. Al inicio no sabía nada del tema, pero luego comenzó a gustarle y tomárselo más en serio. Desde ese momento, Fiorella no para y ha participado en campeonatos en México, Brasil, Uruguay y Costa Rica, siempre dejando el nombre del Perú bien en alto.
“He logrado ganar el campeonato mundial que es lo máximo, pero también quiero llegar el último título que es el Gran Maestro, el último de todos (…) Me gustaría convertirme como una chica que se llama Judit Pólgar – ajedrecista belga conocida a nivel mundial como ‘La reina del ajedrez’ –. A ella le gustaba jugar contra hombres y se metía en categorías de más y campeonaba”, nos cuenta Fiorella.
Ella divide su tiempo entre el ajedrez y los estudios. A su corta edad es consciente que, si deja los libros a un lado, la única perjudicada sería ella misma. Es por eso que a cada uno de sus viajes lleva sus libros para avanzar y rendir con excelentes notas.
El maestro Juan Aguilar es el encargado de entrenar a Fiorella dos veces a la semana por 4 horas. Ella practica sus jugadas en sesiones personalizadas para su próximo reto: el campeonato mundial en la ciudad de Minas Gerais, en Brasil, a finales de agosto.
Ella estudia cuidadosamente a cada una de sus rivales a través de videos en Internet y las aprende para hacer sus propios cambios, jugadas y aperturas. Con emoción nos dice que una vez escuchó que unos ajedrecistas se demoraron más de un año en preparar un movimiento y que eso es lo que le gusta más de este universo lleno de peones, damas, alfiles, torres y caballos: las probabilidades siempre son infinitas.
“Cada niño tiene un don. Yo les diría que deberían entrar a deportes físicos o mentales porque son buenos. El ajedrez no es tan conocido pero quisiera que más gente lo aprenda”, reflexiona.
Desde su colegio en Lince, comenta que sus papás están “recontra contentos” y que, incluso, ya le está enseñando a su hermano menor a mover sus primeras piezas sobre el tablero. Contra viento y marea, Fiorella sigue adelante en su gran sueño. Talentos como estos son, como se dice por ahí, “los que valen un Perú”.